Hace no mucho me preguntaron que por qué pierdo tiempo en este perfil, pudiendo quizá invertirlo en algo que revierta directamente en mí, como profesional, y no como orientadora loca anónima.
Lo cierto es que esta cosa no tiene ánimo de nada, excepto expresar tal y como siento y pienso ese día a día nuestro en el que pasamos de asesorar a gente que se quiere tirar por la ventana a querernos tirar por la ventana nosotr@s mism@s.
Supongo que es una especie de autoterapia a través de la reflexión y el humor, que se vuelve una cosa muy bonita cuando leo vuestras risas y siento que también os sirve a vosotr@s.
No pretendo hacerme influencer ni youtuber ni nada que termine en er, pero sí intento ser tan transparente como soy en mi vida, abriendo mi cabeza en canal sin miedo a ese qué dirán (que tantas veces nos persigue) sobre si estoy o no loca.
A mí cuando la locura se confunde con la autenticidad me parece un valor importante, y un medio precioso para orientar y orientarnos hacia la verdadera cordura.
Y en ese viaje a la autenticidad, y más a través de las redes, me parece una forma de respeto citar las fuentes de lo que nos parece digno de compartirse, sea por su valor inspirador o soberanamente inútil. Otra manera de hacerlo me parece “apropiarse” de algo ajeno. Aunque ese algo sea una gilipollez como un piano de cola.
Os doy las gracias a l@s a los que me leéis y me entendéis. Pero sobre todo, a los que perdéis segundos de vuestra vida apretando el 🖤, compartiendo o tecleando para que pueda leer vuestra risa.
Hacéis que lo que sale del corazón tenga un recorrido de ida y vuelta.